Reflexiones

Tengo pendiente una entrada sobre la nueva colección de tintas de la compañía Sailor. Está casi escrita, apenas faltan un par de detalles, pero su publicación me plantea ciertas dudas.

Es ésta una bitácora sobre una afición –el coleccionismo de plumas estilográficas— que está íntimamente relacionada con una serie de empresas que producen esos objetos de deseo. Por consiguiente, el aspecto publicitario de estos textos es inevitable.

Hablo aquí, y en foros de estos asuntos, de objetos cuya venta en nada nos beneficia salvo, tal vez, de forma muy indirecta. Y sin quererlo pasamos a formar parte de los mecanismos comerciales de esas empresas.

Es cierto que nuestra general falta de intereses económicos en esas empresas nos hace a aforados y autores de bitácoras más independientes. Nada, en principio, nos impide hablar mal de tal o cual producto, pero incluso un comentario negativo es también positivo: “¡que hablen de mí, aunque sea mal!”

Algunas de las tintas ya viejas de Sailor.

Publicaré mi texto sobre las tintas Sailor y miraré para otro lado. Hablaré de plumas que se fabrican hoy en día –ya lo hice— y mencionaré explícitamente al fabricante. Añadiré fotos hechas por mí y cerraré los ojos. Después de todo, nadie me obligó a iniciar esta andadura.

Pero no puedo evitar la sensación de que trabajo gratis para alguien que no siempre se lo merece. Por ejemplo, para Sailor en un momento en el que ha decidido subir el precio de sus tintas un 66% en Japón.

(Platinum Preppy 0.5 – Platinum Carbon Ink)

Bruno Taut
(Inagi, 23 de junio de 2010)
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